Los
Elementales:
Los Espíritus de la Naturaleza tienen por cuerpos formas de energía y no son estrictamente físicos o materiales en la versión común del término, aunque la energía es también una forma de materia y viceversa, y a diario nos muestra sus efectos en el plano más denso de acción.
El hecho de que la llamada "electricidad" sea energía y normalmente invisible, no quita que al correr por la superficie de un cable metálico produzca fenómenos materiales traducidos en movimiento de pesadas piezas de una máquina, que a la vez mueve o traslada toneladas de materia. Y todos conocemos los fenómenos meteorológicos que se traducen en rayos y relámpagos, centellas y "luces de San Telmo". Por otra parte, la existencia de estados vibratorios intermedios entre la energía invisible y la materia visible, hace que según se rebasan estas fronteras, de "arriba" a "abajo", la posibilidad de observación humana de los elementales se potencie, aún sin proponérselo. Pero normalmente los Elementales tienen su parte más densa o "cuerpo" en el Plano Energético, pudiendo en condiciones favorables ya citadas, reflejarse hasta cierta corporeidad en las zonas etéricas que son mezcla y enlace entre lo que podemos llamar energía - cuya característica es la carencia de forma perceptible por nuestros sentidos - y la materia - cuyas características nos son evidentes y fácilmente registrables. De ello podemos colegir que los Elementales tienen como propiedad una vibración mucho más "veloz" que la nuestra, siendo sus formas más inestables y dinámicas. Cuando esas formas se lentifican es cuando se corporizan y su visión se vuelve más fácil, bien por factores naturales que mencionamos anteriormente, o bien porque la persona haga "foco", dejando su vista neutra y así pueda verlos. Si dejamos la mente "abierta", pueden percibir cualquier síntoma de agresividad y eso produce en ellos cierta inestabilidad en el plano físico y los ahuyenta hacia sus "refugios" energéticos y a los juegos ópticos propios de su extraordinario poder para disimularse en los mismos elementos en que habitan.
En el año 1200, aproximadamente, el sueco Frederick Ugarph halló en la casa de un pescador (Nidaros) noruego, una estatuilla de madera de 15 centímetros, en cuyo pedestal aparecía una inscripción: "Nisse Riktig Storrelse", es decir, "Gnomo de estatura real". Análisis radiográficos demuestran que la figura tiene más de 2 mil años y fue tallada en la madera de un árbol actualmente inexistente. Las letras fueron grabadas tiempo después.
En el año 470, un sargento romano retirado que vivía en las afueras de Lugdunum (hoy Leiden en Holanda), llamado Publio Octavio, escribió en sus memorias: "Hoy he visto con mis propios ojos una persona en miniatura. Llevaba un gorro rojo y una blusa azul. Su barba era blanca y sus pantalones verdes. Dijo que hacía veinte años que vivía en estas tierras. Hablaba nuestra lengua, mezclada con palabras extrañas. A partir de entonces he hablado muchas veces con el hombrecillo. Dijo que descendía de una raza llamada Kuwalden, palabra desconocida para nosotros, y de la que sólo existen unos cuantos en el mundo. Le gustaba la leche. Alguna que otra vez lo vi cómo curaba los animales enfermos de los prados."
Desde el punto de vista histórico, estos dos documentos son de los pocos que existen, ya que a los gnomos no les interesa escribir historia, aunque en algunas zonas se rumorea que conservan sus crónicas en celoso secreto.
Los escritores cabalísticos de la Edad Media hablan de unos genios que presiden en la tierra, lo mismo que las sílfides presiden en el aire, las ondinas en el agua y las salamandras en el fuego. Para estos escritores, son unos enanos fantásticos, genios elementales de la Tierra, en cuyas entrañas viven y se agitan, trabajan en las minas, guardan los tesoros subterráneos y cuidan cuantos tesoros se ocultan en el seno de la corteza terrestre. Desde esta doctrina, son criaturas longevas y consiguen la inmortalidad si se unen con un hombre o mujer.
Si observamos la naturaleza, en ella se destaca que muchas de sus creaciones las realiza en dos o más tamaños. Esto se observa, por ejemplo, con el caballo y el pony; la liebre y el conejo; el ganso y el pato. Así es como llegamos al hombre y al gnomo, aunque estas criaturas posean características que el hombre ha perdido o que jamás ha tenido.
Atributos y características de los gnomos
A través de sus ojos grises, pueden penetrar en el yo verdadero del ser que tienen delante, lo que les permite conocer los paisajes interiores. Esta aptitud impide que uno pueda conservar secretos delante de ellos, pues ven con claridad lo que uno está pensando. Las llamadas "arrugas de la risa" que rodean sus ojos, se les trazan temprano y tironean de los pómulos rojos que se destacan de su tez clara.
Tienen un olfato hiperdesarollado: un olor los puede guiar tanto como el mejor mapa a un explorador. Son tan ágiles como cautelosos. No dejan rastro, pues caminan sobre el material duro de las piedras, las cortezas de árboles y cáscaras. Si tienen que andar por suelo desnudo, se colocan unas botas con el dibujo en relieve de una pata de pájaro.
Como viven generalmente alrededor de 400 años, a los 275 aún se encuentran en la flor de la vida. El pelo comienza a encanecerse a temprana edad y algunos, de apenas 80 años, lo tienen completamente blanco.
Para el crepúsculo de sus vidas, comienzan a descuidar el hogar y todas sus actividades. Empiezan a olvidar sus costumbres, hasta que un buen día, pasados los 400 años, les nace una afición por el vagar prolongado. Salen a dar un paseo y no vuelven jamás: el viaje hacia la Montaña de la Muerte (jamás vista por ojo humano), comienza.
Atuendos
El gorro rojo no es mera indumentaria. Les brinda la posibilidad de hacerse invisibles. También les sirve para que las aves de presa, amigas de los gnomos, no los confundan al atardecer o de noche con ratones y otros roedores.
Además, como su peso oscila entre los 250 gramos para las mujeres y los 300 para los hombres, tampoco dejan demasiada huella. Sus zapatos pueden ser de corteza de abedul, pero esto varía de acuerdo a la región que habiten. Muchos usan zuecos de madera y la correa de cuero que usan de cinturón les sirve para colgar una bolsita donde llevan un juego de herramientas: cuchillo, martillo, broca y limas.